Resumen
Los datos económicos mundiales, según nuestro índice “Macro Breadth Index” han seguido empeorando desde principios de año, lastrados, entre otras cosas, por las consecuencias de la ola ómicron. Por desgracia, los indicadores de inflación también se “han recuperado”. A pesar de los efectos transitorios que están perdiendo fuerza, la presión inflacionaria subyacente, debida también al crecimiento excesivo de la oferta monetaria, se mantiene estable.
Los datos económicos mundiales, según nuestro índice “Macro Breadth Index” han seguido empeorando desde principios de año, lastrados, entre otras cosas, por las consecuencias de la ola ómicron. La pérdida de impulso en el crecimiento se ha ampliado a medida que la continua debilidad de los mercados emergentes se ha extendido a partes del mundo desarrollado que antes eran sólidas, como EE. UU., la zona euro y Reino Unido. Sin embargo, seguimos esperando que el crecimiento mundial se recupere a partir de primavera y se mantenga por encima del potencial durante el resto de 2022. Por desgracia, los indicadores de inflación también se “han recuperado”. A pesar de los efectos transitorios que están perdiendo fuerza, la presión inflacionaria subyacente, debida también al crecimiento excesivo de la oferta monetaria, se mantiene estable. A ello contribuye también el hecho de que las brechas de producción se han recuperado rápidamente y una serie de factores estructurales, como la desglobalización, la demografía y la descarbonización, también están afectando a los precios. Además, a medida que aumentan la carga de la deuda, se ha hecho evidente que los bancos centrales, que han estado actuando bajo el influjo de la dominancia fiscal, deben cambiar el paso.
También se espera una recuperación de la pandemia de la COVID-19 y de sus consecuencias. El número de muertos diarios sigue reduciéndose enormemente en todo el mundo. Según los cálculos del IHME (Institute for Health Metrics and Evaluation) de la Universidad de Washington, se espera que las muertes se acerquen a cero durante el mes de marzo. El trasfondo de esto, además de las vacunas, es el creciente grado de infección. Según el IHMW, a finales del primer trimestre de este año, casi el 100% de la población mundial debería haber sido infectada, lo que representa el límite natural del virus (véase el gráfico de la semana).
Aunque la política monetaria mundial sigue siendo globalmente expansiva, muchos bancos centrales han acelerado su salida del modo de emergencia vigente desde el estallido de la pandemia. Sin embargo, el ritmo de normalización varía mucho de un país a otro. La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Lagarde, se mostró notablemente ”dura” en su conferencia de prensa de principios de febrero, preparando el terreno para el anuncio formal de una normalización más rápida de la política monetaria en marzo. En lugar de atenerse a la presentación anterior de un aumento predominantemente temporal de la inflación, señaló varias veces los riesgos al alza de los precios al consumo. Aunque la ”forward guidance” sobre la subida de los tipos y las compras de valores se mantuvo sin cambios por el momento, Lagarde se negó a repetir que una subida de tipos era improbable este año. En este contexto, parece probable que el BCE acelere el proceso de tapering y ponga fin a las compras (netas) de bonos ya en otoño. Esto abriría la puerta a una primera subida del tipo de depósito, que probablemente se producirá en el cuarto trimestre de 2022. Las primas de riesgo de los países periféricos de la zona euro se han ampliado ligeramente en los últimos tiempos en comparación con los bonos soberanos alemanes como referencia.
Claves de la próxima semana
En la próxima semana, el calendario de publicación de datos volverá a estar repleto. Comienza con la producción industrial de la zona euro justo el lunes. A continuación, el martes se conocerá el crecimiento del PIB de Japón en el cuarto trimestre de 2021, que se espera que muestre una importante recuperación. Ese mismo día se publicará el índice de confianza ZEW de la zona euro y Alemania, así como el Empire Manufacturing Index de EE. UU. El miércoles se esperan, entre otros, la producción industrial y las ventas minoristas de EE. UU. El jueves también se publicarán las viviendas iniciadas y las solicitudes iniciales de subsidio de desempleo en EE. UU., que deberían reflejar la rigidez del mercado laboral y, por tanto, su importancia para la inflación. El viernes se publicará el Leading Index (EE. UU.) y el dato sobre la confianza de los consumidores de la zona euro.
Los datos sobre la evolución de los precios también serán especialmente importantes, ya que la inflación está provocando cada vez más incertidumbre. En este sentido, aparecen en el calendario las siguientes fechas con datos: precios de producción de EE. UU. (martes) y de China (miércoles), también los precios de consumo chinos. En general, los próximos datos apenas sugieren signos de relajación de la presión alcista sobre los precios. Sin embargo, las actas del Comité de Política Monetaria de la Reserva Federal estadounidense deberían causar poca inquietud en este contexto, ya que las expectativas se han vuelto mucho más realistas, como indican los ajustes de tipos que ya se han descontado.
Desgraciadamente, el conflicto geoestratégico en torno a Ucrania aún no muestra signos de recuperación, lo que siempre puede tener un impacto negativo en los mercados en algún momento. Sin embargo, el índice de riesgo geopolítico («GPR»), que se basa en la cobertura de los medios de comunicación, muestra una mejora general.
La situación técnica aún no indica una recuperación. Las líneas de resistencia se ven afectadas en los principales índices bursátiles. Los rendimientos en los bonos deberían tender ligeramente al alza. También en este caso la situación técnica no es favorable.
Deseando una recuperación de todos los asuntos que supongan un lastre, se despide atentamente,
Dr. Hans-Jörg Naumer
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Resumen
Si la situación geopolítica no se relaja en la próxima semana, los activos de riesgo lo pasarán mal, sobre todo porque los factores técnicos parecen favorecer a la deuda soberana y a los precios de la energía, pero no a las acciones.